Al mirar lo más alto de sus montañas se puede adivinar por qué son sagradas. Su imponencia sobre la región, su presencia permanente, las convierten en un ícono. Los antiguos pobladores de la Sabana hacían sobre ellas rituales, ofrendas y hasta enterraban a sus muertos. Se trata de la cultura Muisca, un pueblo indígena pacífico y organizado que habitó en estas laderas. Desde allí tenían la perspectiva de toda la región y se defendían de ataques. Además, cuentan los pobladores de la región, en la cima de Juaica (la peña más alta de estos montes) se ven luces desde tiempo de la Conquista. Quizás por eso se le llama ¨El cerro de las lucecitas danzantes¨.